sábado, 24 de marzo de 2018

Pedro Tamen


CARONTE Y MEMORIA, de Pedro Tamen 
Huerga & Fierro editores, Madrid, 2002

Caronte y Memoria reúne en un volumen la traducción de los dos últimos títulos publicados por Pedro Tamen (Lisboa, 1934), uno de los poeta más interesantes y originales de la segunda mitad del siglo XX en Portugal. Desde su primer libro, Poemas para todos os dias, en 1956, su obra sorprende por un estilo donde el aire coloquial y cotidiano se inserta en una lengua poética elaborada y rica, donde las influencias de vanguardia subrayan la racionalidad esencial del poema y donde se ensaya una sonoridad novedosa dentro de una métrica tradicional. Y a estos peculiares rasgos, que en los años 50 supieron abrir nuevos caminos para la poesía portuguesa entre el prosaísmo neorrealista en decadencia y la fiebre surrealista del momento, se puede añadir un gusto irrenunciable por los juegos retóricos con intención conceptual. Este contexto estilístico arropó sus iniciales intereses temáticos, Dios y el amor, y continuó haciéndolo cuando que estos cobraron tintes existencialistas.
    Guión de Caronte, publicado en 1997, sigue los pasos que su título indica: indaga las condiciones del último viaje por la Estigia, traza su horizonte imaginativo, imagina la muerte. Todo ello con una estremecedora frialdad estilística y con una distancia que lejos de alejar el dolor humano lo acrecienta al objetivarlo en la pavorosa decoración con la que describe el trato final junto al barquero Caronte. Qué sentir sin palabras, sin memorias, sin puerta a la que llamar, sin planta a la que regar, sin atardeceres, sin colores, sin amor... sin muerte siquiera. Esta imaginación de las variedades de la nada ocupa la parte central del libro. Pero no menos importante es la que esboza la imaginería del viaje. Amparándose en los elementos materiales del mito —el agua, la noche, la barca, el viento, el barquero, el tránsito...— el poeta describe la indescriptible oscuridad de un modo sobrecogedor.
    Memoria indiscriptible, libro del 2000, no olvida en ninguno de sus poemas el libro anterior. En ese clima inhóspito y tenebroso donde reinaba Caronte irrumpe, con el compás perdido, pero tenaz, la memoria. La memoria se reviste en este libro de una pátina que no es la del recuerdo de la felicidad ni la esperanza en la vida. La de este libro es una memoria que no dudo en calificar como póstuma, es decir, que se conserva después de que se hayan derrumbado los recuerdos, las felicidades, las esperanzas y las voluntades. Es una memoria que ha resistido como las paredes en pie de esas antiquísimas casas de campo a todas la inclemencias del tiempo, a las lluvias y a las nieves que han hundido la techumbre de los ideales y las vigas de las creencias. Un poema acaba con dos versos que definen esta indescriptible memoria: «Tener lo que fue, en mí / es tenerlo olvidado». Otro se cierra de esta manera: «la pena de vivir / no vale la pena revivirla». Es una memoria que busca remontar su curso hasta la infancia. Muchos poemas evocan imágenes y acontecimientos de la niñez, que surgen como vestigios que habían permanecido ocultos en las bodegas del barco durante años y que sólo pone al descubierto, dispersándolos, un naufragio. No es, sin embargo, una memoria patética, pues ahí están la ironía y los juegos verbales, ahí las ocultaciones y la máscara de estirpe clásica, ahí está la contención métrica y estilística, y ahí también el ritmo seco y áspero pero de una eficacia altísima para acompasar el afilado cuchillo con que las palabras de Pedro Tamen nos atraviesan limpiamente la coraza con la que nos protegemos de la abrumadora saturación verbal de nuestra época.

[El Ciervo nº 623. Febrero, 2003]

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[PEDRO TAMEN en Barcelona, octubre de 2002]

1
            Ya sé que estamos en mitad de una feria donde los libros van y vienen en trajín que parece infatigable aunque todos nos sintamos un poco cansados; ya sé también que la ciudad, mi ciudad, está haciendo el último ensayo antes del grandioso atasco del fin de la tarde; sin embargo, me gustaría contar ahora mismo con algún poder, siquiera municipal, para clamar ¡alto! ¡deténganse! Dejen ya de moverse tanto, que vamos a presentar un libro del poeta  Pedro Tamen y este es un acontecimiento que Barcelona, tan vapuleada por las grandes fechas históricas, debería guardar en su memoria... «mientras la conserve», apostillaría tal vez con un gesto de ácida ironía Pedro Tamen.  Sé que esta exaltación mía, tan desesperada que incluso apela a lo municipal, es fruto de mi entusiasmo por su presencia, sin embargo estoy seguro de que a nuestro poeta le gustaría decirme en voz baja, “déjalo correr, tampoco tiene tanta importancia”.  “Deslustrei a fama que me deram” (deslustré la fama que me dieron) escribió en uno de sus versos.
            Así he imaginado siempre yo a Pedro Tamen, sacándole hierro a las cosas, lúcida y entrañablemente escéptico, apaciblemente sentado (“Mas sempre / em tudo isso sentei-me na cadeira”) desmontando el puzzle interior de las palabras mientras los demás nos apresuramos por correr siempre en la misma dirección.  Y así, como quien no quiere la cosa, ha dejado a sus espaldas una obra cultural ingente y una obra poética delicada y singular, que traza desde hace casi 50 años el camino por donde ha seguido lo más auténtico de la poesía portuguesa contemporánea.
            De hecho, al hablar de Pedro Tamen uno tiene la sensación de hacerlo de dos personas diferentes.  Dos personalidades, la del profesional y la del poeta, que se reparten amistosamente su integridad humana.  De hecho, a uno le gustaría hablar sólo de una, la del poeta, pero la otra es tan impresionante que casi siempre acaba apropiándose de todas las explicaciones.  De hecho, tras mucho hablar de sus logros y virtudes profesionales, uno siempre acaba pensado que, a pesar de todo, estamos, sencillamente, ante un gran poeta.
            Pedro Tamen nació en Lisboa, hecho que tal como están las cotizaciones de la mitología literaria, hay que reconocer que fue buen tino por su parte.  Nació en 1934.  Si estuviéramos hablando de un poeta español, inmediatamente pensaríamos en la generación del 50.  Y nos equivocaríamos bastante, porque en cuestión de paralelismo poéticos, Portugal y España van siempre desacompasados.  Mientras aquí la generación del 50 se propuso consolidar el realismo de sus antecesores, sus coetáneos portugueses sintieron desde el principio la imperiosa necesidad de dinamitar el neorrealismo.  Nació en 1934 en Lisboa, y en Lisboa se licenció en Derecho.  Un antiguo verso suyo, uno de los pocos que guarda en su interior datos biográficos concretos del poeta, nos recuerda que fue “formado em direito e solidão”, lo que bien podríamos traducir como “Licenciado en derecho y soledades”. Aquí están, creo yo, las dos personalidades que comparten la magnífica integridad de Pedro Tamen. 
Una de ellas, la que nos va a ocupar en primer lugar, podríamos denominarla hoy, con esa pomposidad un poco cursi que ha adquirido el lenguaje profesional, como “gestor cultural”.  Y es que desde el estudiante que fundó un cine-club en los años 50 hasta su labor como administrador de la prestigiosa Fundación Calouste Gulbenkian, toda su carrera profesional, dentro del periodismo, dentro de la edición, o dentro de gestión se ha desarrollado en el ámbito de la cultura.  Ahora bien, me imagino la cara de estupefacción que en los años 50 y en los años 60 pondría cualquier personal cabal ante esta combinación de palabras, entonces insólita, “gestor cultural”.  Porque hoy resulta normal que haya personas dedicadas profesionalmente a la cultura, pues existen vías, cauces, protocolos normalizados de difusión cultural.  Pero todas estas vías, estos cauces, estos protocolos eran mera utopía hace 40 años, en Portugal y también en España.  Pues bien, las más importantes vías de difusión, de expresión o de asociación cultural en su país existen o se han consolidado gracias al impulso personal de Pedro Tamen, y aún diría más, todavía conservan el talante abierto, conciliador y altamente eficaz que ha caracterizado siempre su gestión.   Creo que no me excedo al afirmar que una buena parte de las estructuras culturales del Portugal contemporáneo fueron pensadas  e impulsadas por nuestro poeta.  Ojo, no sólo por Pedro Tamen, porque Pedro Tamen es un especialista en co-dirigir cosas, es decir, en compartir y colaborar, seña de identidad de cualquier gestión cultural que se precie.  Y para corroborar estas afirmaciones que hago recordaré alguna de esas entidades culturales que conservan su impronta ya para siempre. 
En el ámbito editorial, que es el que hoy nos acoge tan gentilmente en su seno, Pedro Tamen ha dejado un ejemplo decisivo de su buen hacer.  En 1958 empezó a dirigir una pequeña empresa, Livraria Moraes Editora, que muy pronto se convirtió en un punto de referencia obligado de la literatura portuguesa contemporánea.  En ella empezaron a publicar autores que después han alcanzado los máximos honores en la literatura universal.  Pero me gustaría destacar, sobre todo, su labor al frente de la colección de poesía de Moraes Editora.  “En 1958, -cito- Fidelidade tuvo el honor de inaugurar la colección Círculo de Poesía de la Livraria Moraes Editora que pasó a ser el editor de mis libros de poesía”, estas palabras las dejó escritas Jorge de Sena, sin duda uno de los escritores capitales del siglo XX en Portugal.  La colección que empezaba a dirigir el joven Pedro Tamen no podía iniciarse de un modo mejor.   Y si esta editorial fue un cauce privilegiado de expresión literaria, no es sin embargo la única iniciativa que los escritores portugueses le deben agradecer.  Formó parte de la dirección que puso marcha la Asociación Portuguesa de Escritores, cuya Asamblea General también ha presidido.  Constatar este dato, sin embargo, significa poco, pues tal vez no sepan lo que ha sido en estos años la Asociación Portuguesa de Escritores para la literatura de su país.  Desde las ayudas concretas y eficaces, que han facilitado tanto la vida cotidiana como la vida creativa de los escritores en un país pequeño y con recursos limitados, hasta el reconocimiento social del escritor, que es Portugal, creo, muy superior al que existe en España, son logros que debemos atribuir también a la Asociación promovida por nuestro poeta.  En este mismo ámbito cabe reseñar sus años de presidencia del PEN CLUB de Portugal o los muchos años, entre 1975 y 2000, que ejerció la gestión de la prestigiosa Fundación Calouste Gulbenkian.
Otro capítulo igualmente significativo es su extensa obra periodística.  De ella destacaré solo dos datos.  Me gusta recordar su paso por la dirección de Flama, en los años 60, porque siempre la he tenido como una aventura paralela a la de “El Ciervo”, entrañable revista barcelonesa.  Pedro Tamen convirtió un panfleto conservador en una verdadera revista de actualidad que habría de llegar tal como él lo dejó hasta 1976.  Y tampoco olvidaré su labor de crítica literaria en el “Espresso”, semanario que supuso una verdadera renovación en el periodismo portugués. 
Es además, Pedro Tamen, un espléndido traductor, sobre todo del francés y del español.  La mejor literatura francesa se lee hoy en Portugal de su mano.  En 1990 mereció el Gran Premio de Traducción, que por cierto no luce en solitario dentro de las vitrinas de nuestro poeta.  Esta brillante carrera profesional y la más luminosa aún obra poética  han sido reconocidas con los principales premios literarios portugueses: el D. Dinis, el de la Crítica, en Gran Premio Inapa de Poesía. Su obra, finalmente, ha sido traducida al inglés, al italiano, alemán, húngaro, rumano, búlgaro, sueco, holandés y también al español, en especial con la edición que esta tarde estamos presentado.  Esta edición que reúne sus dos últimos libros de poemas.  De poemas.  Ya preveía que el otro, el brillante profesional iba a restarle tiempo a éste, al poeta esencial. 

2
Su primer libro, Poemas para todos os dias, se publicó en 1956, ésta es pues, su fecha de entrada en la historia literaria.  A mediados de los años 50 la poesía portuguesa se debatía en dos líneas contrapuestas tan enfrentadas entre sí que apenas dejaban resquicios para respirar al margen.  Este es el peligro mayor de las polarizaciones, rechazar uno de los extremos a veces conduce inevitablemente al otro.  Por un lado, a mediados de los años 50, se alzaba el discurso poético hegemónico, hoy le llamaríamos el canon, formado por los coletazos del neo-realismo de escuela europea y por el tono neo-romántico y confesional, de aire nacionalista, que triunfó en la generación anterior a Tamen.  Por otro lado, entre los jóvenes causaban furor las neo-vanguardias de cuño surrealista como única vía de superación del canon. Lo tardío de la influencia, sin embargo, conducía a un surrealismo que sin temor a infringir una paradoja podríamos denominar incluso académico.  O si lo prefieren, epigonal.  Con los años se ha visto que aquella oleada surrealista de los años 50 que invadió la poesía portuguesa dejó también su marca en tres o cuatro poetas auténticos que supieron trascenderla y llevarla a aguas limpias y originales, pero eso era difícil presentirlo en aquellas fechas.   Entre los dos polos, el primer libro de Pedro Tamen siguió por otro camino, por un camino que no existía entonces y que nuestro poeta vislumbró con claridad desde el primer momento.
 Las características esenciales de la poesía de Pedro Tamen estaban esbozadas en aquel primer libro.  Han cambiado los temas y se ha oscurecido con los años el tono, pero la singularidad estilística permanece.  Su poética se instaló en la orbe de lo cotidiano.  El título Poemas para todos os dias era algo más que premonitorio.  Ahora bien, para expresar esa cotidianidad, que es lo decisivo, huyó tanto del prosaísmo realista como del ensimismamiento verbal surrealista, tanto de la desmesura subjetiva como de la irracionalidad vacua.  Insertó su mundo cotidiano, sus dos preocupaciones temáticas mayores entonces eran Dios y el amor, en un contexto estilístico insólito por su mestizaje: en primer lugar, impulsó una lengua poética rica,  elaborada, incluso artificiosa que sin embargo no cerraba el paso a la oralidad y al coloquialismo más directos.  En segundo lugar, incorporó signos verbales claramente de vanguardia, incluso tenues influjos surrealistas, pero en un marco poético plenamente racional, de una serena racionalidad que chocaba con la costumbre visionaria y febril de estas influencias; y en tercer lugar no se avergonzó por usar formas métricas tradicionales, desde el principio, por ejemplo, el soneto, que va a consolidarse como una de sus obsesiones formales predilectas.  Y es en el seno de estas formas tradicionales donde emprende la insaciable labor de experimentación métrica que desemboca en el ritmo seco, contenido, personal, lejos de las dulzuras convencionales del arte métrico tradicional.  También se podría formular esta característica al revés, su versolibrismo ha contado desde el principio con un rigor y con una severidad propias de la métrica más exigente. 
A estas tres características formales cabe sumarle otra que se ha acendrado en el curso de los años: el gusto irrenunciable por los juegos retóricos con una clara intención conceptual.  Me parece capital subrayar esto: los juegos de palabras, siempre inspiradísimos, siempre sorprendentes desde el punto de vista fonético, tienen en el poema todos ellos, todos sin excepción, una razón significativa para aparecer, para crear nuevas relaciones entre las palabras, siempre pertinentes.  Esta ausencia de gratuidad en los juegos verbales es otro rasgo de mestizaje estilístico, pues el juego verbal que en la vanguardia se conforma con los gestos gratuitos, en Pedro Tamen persigue tercamente la mayor racionalidad del poema, tal vez porque las raíces de estos juegos de palabras tan afortunados traspasan la mera impronta vanguardista para caminar hacia el barroco, el barroco conceptista, pues Tamen ha evitado con gran empeño que estos juegos lancen su poesía en brazos del culteranismo, y si esto es así, se debe a que esas raíces han ido remontándose en el tiempo hasta la que es, creo, la influencia que mayor importancia ha alcanzado en su poética en el curso de las décadas, la poesía clásica grecolatina.  Diría algo más, Pedro Tamen ha buscado reencarnar la actitud clásica –ojo: no clasicista ni neo-clásica, sino directamente clásica- en el seno de una poética auténticamente contemporánea.
Esta actitud clásica ha tenido también una importancia decisiva en la manera de afrontar sus temas por parte de nuestro poeta, y aun de elegirlos.  Habíamos señalado ya la incorporación del mundo cotidiano, es cierto, pero esta inclusión se lleva a cabo convirtiendo lo cotidiano en tema en sí mismo, es decir, prescindiendo del filtro subjetivo de raíz romántica.  El yo en Pedro Tamen es siempre una máscara, un grado de elegante despersonalización, de distancia con el mundo y con sus temas, por más íntimos que estos sean: Dios y el amor en su primera época, la muerte y la memoria en los dos libros que hoy presentamos.  El modo de encarar los temas va tomando cada vez más los hábitos clásicos,  Guión de Caronte  tal vez sea el máximo ejemplo, pues a partir de un tema y un mito clásico el poeta va dándole la vuelta y explorando sus matices a través de minuciosas variaciones.  Sobre la índole contemporánea del uso clásico de la máscara poética me gustaría poner un único ejemplo.  El poema trigésimo sexto de Guión de Caronte  se inicia con una afirmación donde aparece explícito el sujeto poético, el “yo”:  «Quando eu morrer hás-de rezar por mim» (Cuando yo muera rezarás por mí)... Parece el inicio de una declaración de irreprochable romanticismo, sin embargo, el lector inmediatamente relaciona esta declaración con el celebérrimo inicio del “Soneto ja antigo” de Álvaro de Campos, máscara con la que Fernando Pessoa exploraba su yo más convulso, agitado y superficialmente moderno.  Es decir, el yo que irrumpe en el poema ve de súbito saboteado su subjetividad inherente  por la dimensión intertextual creada por el poeta: el yo no remite al sujeto sino que se convierte en máscara de otro yo que a su vez es máscara de otro yo que queda a tanta distancia de la inmediatez y patetismo de la declaración que consigue desactivar todos sus inmediatos resortes de interpretación lineal, es decir, subjetiva.  Estamos pues, ante una poética y una práctica artística plenamente contemporánea.
Entre el inicial Poemas para todos os dias y el postrero Memoria Indescritível , que ahora felizmente podemos leer también en castellano, Pedro Tamen ha publicado una quincena de títulos con un ritmo bastante regular: 4 títulos en un primer período, entre 1956 y 1962, 4 títulos durante los años 70, 4 títulos durante los años 80, y 3 en los 90.  Con el tiempo han desaparecido los asuntos religiosos y los amorosos han perdido ímpetu, aunque han ganado hondura, y ha han aparecido en su lugar los dos temas que van a ser esenciales en la madurez Pedro Tamen, la meditación sobre el paso del tiempo, el envejecimiento, la muerte y su necesario vínculo con los misterios de la vida humana.  Con los años el poeta se ha hecho también formalmente más sabio, más dueño de sus recursos, con una capacidad mayor para sorprender dentro del marco formal que en su día eligió como un camino personal para romper la monotonías de su época.  Y con los años, finalmente, ha ganado un lúcido pesimismo ajeno a convencionalismos y consuelos vanos.  Los poemas de estos dos libros ahora traducidos son el mejor ejemplo.  Ambos embarcan al lector en sendas reflexiones crudas e inmisericordes sobre la condición más fieramente humana: la incertidumbre de la existencia y su sometimiento a la temporalidad y a la muerte. 
Guión de Caronte, publicado en 1997, sigue los pasos que su título indica: indaga las condiciones del  último viaje por la Estigia, traza su horizonte imaginativo, imagina la muerte.  Todo ello con una estremecedora frialdad estilística y con una distancia que lejos de alejar el dolor humano lo acrecienta al objetivarlo en la pavorosa decoración con la que describe el trato final junto al barquero Caronte.   Qué sentir sin palabras, sin memorias, sin puerta a la que llamar, sin planta a la que regar, sin atardeceres, sin colores, sin amor... sin muerte siquiera.  Esta imaginación de las variedades de la nada ocupa la parte central del libro.  Pero no menos importante es la que esboza la imaginería del viaje.  Amparándose en los elementos materiales del mito, el agua, la noche, la barca, el viento, el barquero, el tránsito... el poeta describe la indescriptible oscuridad de un modo realmente sobrecogedor. 
Memoria indiscriptible, libro del 2000, no olvida en ninguno de sus poemas el libro anterior.  En ese clima inhóspito y tenebroso donde reinaba Caronte irrumpe, con el compás perdido, pero tenaz, la memoria.  La memoria se reviste en este libro de una pátina que no es la del recuerdo de la felicidad, la esperanza en la vida o la voluntad del creyente en cualquier creencia.  La de este libro es una memoria que no dudo en calificar como póstuma, es decir, que se conserva después de que se hayan derrumbado los recuerdos, las felicidades, las esperanzas, las voluntades y las creencias.  Es una memoria que ha resistido como las paredes en pie de esas antiquísimas casas de campo a todas la inclemencias del tiempo, a las lluvias y a las nieves que han hundido la techumbre de los ideales y las vigas de las creencias.  Un poema se cierra con dos versos que definen esta indescriptible memoria: “Ter o que foi, em mim / é ter esquecido” (tener lo que fue, en mí / es tenerlo olvidado”).  Otro se cierra de esta manera: “ a pena de viver / nao vale a pena revivê-la”  (la pena de vivir / no vale la pena revivirla).  Es una memoria que, de una manera insólita en la obra de Pedro Tamen, trata de remontarse hasta la infancia.  Los poemas centrales del libro evocan imágenes y acontecimientos de la niñez, que surgen como vestigios que habían permanecido ocultos en las bodegas del barco durante años y que sólo pone al descubierto, dispersándolos, un naufragio.  No es, sin embargo, una memoria patética, pues ahí están la ironía y los juegos verbales, ahí las ocultaciones y la máscara también en la evocación de la infancia, ahí está la contención métrica y estilística, y ahí también el ritmo seco y áspero pero de una eficacia altísima para acompasar el afilado cuchillo con que las palabras nos atraviesan limpiamente la ardua coraza con la que nos protegemos de la abrumadora saturación verbal de nuestra época.  Poetas como Pedro Tamen nos ayudan a descubrir las palabras verdaderas.  Gracias, amigo Pedro,  por tus poemas; por este pequeño pero imprescindible volumen que hoy nos hubiera gustado presentar a la ciudad entera, esa que no se entera nunca de lo verdaderamente decisivo.

[Inédito]

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