domingo, 7 de mayo de 2023

Sinfonía del tiempo | «Extraña manera de estar viva. Poesía reunida, 2001-2021)», de Miriam Reyes




Esta «Poesía reunida», que Miriam Reyes (1974) titula a partir de unos significativos versos suyos —«Extraña manera de estar viva / esta necesidad de traducirse / en palabras»—, tiene como virtud inicial el ser una «poesía revisada». La unidad tipográfica de los poemas de diversos libros subraya la coherencia interior de una obra que no solo es fruto de una «extraña manera», sino también, y en especial, testimonio fidedigno de una vida. Pero este es ya el segundo atractivo de la lectura, el presentar seis libros, dispersos en el curso de veinte años y diferentes destinos editoriales, convertidos en movimientos de una única sinfonía. Y en tercer lugar permite, con la ayuda del paso del tiempo, que los ha rejuvenecido, una relectura de sus primeros libros, en especial, Espejo negro (2001), que posiblemente tenga en el presente un significado más hondo del que tuvo en su momento. Como volumen en papel, Extraña manera de estar viva cuenta solo con la obvia limitación de no poder recoger otra dimensión poética de la autora como artista audiovisual y multimedia en sus recitales.  

         La conjunción sinfónica en seis movimientos que revela esta poesía reunida ofrece un diálogo entre dos partes bien diferenciadas. En sus tres primeras publicaciones el punto de vista poético se presenta como un espejo donde se refleja aquella realidad que lacera al sujeto. Una imagen en negativo; o mejor, en negro. Domina un tono despojado de convenciones líricas o directamente expresionista. La fuente de esta realidad hiriente es al mismo tiempo una y doble, en un desdoblamiento que aflora con frecuencia («Y tú quién eres / hija de mis miserias»). Se inician estos tres libros con poemas dedicados a sus padres, incluso uno en el momento del parto, que empieza «Mamá y yo / en la madrugada del…», lo que sitúa el ámbito temático en un juicio más que severo, inflexible, de su propia biografía, desde el mismo origen. Arranca con las decisiones de los padres que durante la infancia han condicionado su vida, y más tarde por la divergencia de criterios. Se extiende al arduo conflicto que genera al sujeto poético el rechazo de la maternidad como eje central de la vida, y todo queda invadido por una idea generalizada de provisionalidad y destrucción («Las casas se derrumban a mi paso / la tierra es una alfombra de escombros»).

         Aunque nazcan de una realidad biográfica traducida a palabras, no todo en los dos primeros libros puede ser leído con esta clave, que ha permitido, por ejemplo, relacionar los múltiples y diferentes comportamientos machistas, que los poemas recogen como impregnaciones de lo real en los versos, con una idea aberrante de la multiplicidad de amantes, como si la poesía del siglo XX, que conoce los correlatos objetivos y la otredad, solo pudiera ser leída como un retrato confesional. Lo que Espejo negro, en mayor medida, y Bella durmiente (2004) muestran, engastado en un sujeto biográfico, es un sujeto sociológico, es decir, una manera de delatar oscuros hábitos íntimos de una sociedad desde el yo que los padece. En este caso se trata de lo que con un acierto mayúsculo la propia poeta denomina amor «misógino», hábitos a los que la poesía accede desde la máscara que le permite desvelarlos: «Amo a este hombre misógino». Una escalofriante reunión de poemas que consiguen iluminar la cara oculta y desconocida del amor romántico.

El yo sociológico, por otra parte, no es extraño en su propia generación y ha sido utilizado para fines poéticos semejantes por poetas como Pablo García Casado o Alberto Tesán. Desalojos (2018) cierra este ciclo con una brutal elegía donde se entrevera el sujeto que despide con el familiar desaparecido una parte de sí mismo y el sujeto sociológico que asiste a un funeral y recoge con fidelidad expresionista la causticidad de los comportamientos que observa.

         En los tres libros siguientes Miriam Reyes modifica registro, punto de vista, asuntos y tono. La poesía se ensimisma. Primero de manera experimental, en Prensado en frío (2015), mediante un modelo informático de combinación de versos de su propia obra. E inmediatamente después en dos libros ensimismados, uno de ellos escrito en la lengua de su madre, el gallego, que en cierto modo regresan a una expresión del amor lírico, con tendencia a una idealización, que tampoco olvida abandonos y vacíos. 

 
[Paraíso. Revista de Poesía nº 21. Jaén, 2023 | Enlace]

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