Jesús Aguado
Completamente siendo
Luces de Galibo, Málaga, 2020
Completamente
siendo es el tercer volumen escrito en haikus por Jesús
Aguado. Le precede Algunos haikus (o no)
desde la nada (2007) y, más reciente, Paseo
(2017). Los tres tienen algo en común, son instantáneas del transcurrir. El
primero es una colección de polaroids de
las calles de Benarés. El tono parduzco en los colores con los que retrata la
vivacidad de la ciudad india (animales, caos, paradojas) se justifica en el
título, el matiz existencialista que está en los mejores haikus: «Con sus
patitas / la cucaracha muerta / sostiene el cielo».
Paseo y ahora Completamente siendo reúnen también una
colección de instantes de vida. Incluso el sentido existencialista de su
poética se hace explícito en Paseo:
«Escribo un haiku / en el arroyo breve / y se lo lleva». Pero el tono de este
conjunto trasciende la pesadumbre de la «nada» y la convierte en un motivo esencial
del disfrute: «¡Ancho vacío / que respiras en mí / cuando camino!». Los
colores, ahora más vivos y joviales, siguen hablando de animales, del sentido
paradójico de la realidad y del desorden como germen del significado, pero las
sensaciones son opuestas, el «vacío» se muestra ya pletórico de contenidos:
«Hay dos camisas / secándose en el sauce. / Risas menudas». La nada no es un túnel —la muerte ya no sostiene el cielo—, sino el gran espejo tendido al borde del
camino, pero no para observarlo y describirlo, sino para adentrarse en él
porque es el camino por el que [yo] paseo. Porque, de hecho, no hay camino
(trascendencia), solo su espejo (la nada), y la poesía y la filosofía no están
fuera lamentándolo, sino dentro de ella, recreándola. El poema «Dice Kabir», publicado
en 2019, enuncia con claridad y de un modo rotundo esta poética, casi en forma
de manifiesto («en el centro del mundo ya no hay mundo. / En el centro del
mundo / cada cosa es su dios»). Y los haikus son la puesta en práctica más
directa de esta concepción poético-filosófica: «Mil pensamientos /
disolviéndose en uno / y éste en la nada».
Completamente siendo,
es un heptasílabo que dos pentasílabos convierten en uno de los haikus del
libro. Antes: «Estos viñedos» (es decir, el mundo). Después: «a la intemperie»
(es decir, en el Vacío). En el centro, el título: expresión absoluta del ser en una realidad que está solo en sí
misma, desdeificada, en su
intemperie. En la sucesión de los títulos de los libros de haikus hay una
gradación de intensidad significativa: nada-paseo-ser, que podría marcar
también la evolución del pensamiento poético de Jesús Aguado en su última
época, es decir, la que alcanza hasta el momento presente.
Paseo y Completamente siendo comparten esencia.
El primer haiku del libro más reciente es casi un tratado de filosofía: «El
pino muerto / que cosen las chicharras / al mar, al sol». Lo que varía entre uno
y otro título es la condición espacio-temporal de la escritura. Y la diferencia
resulta significativa. Paseo estaba
construido sobre la unidad de espacio que trenzan los pasos al caminar y sobre
el ritmo pausado de los encuentros significativos. Una nota final de Completamente siendo señala que los
«haikus fueron escritos, en algo menos de dos semanas, en…» y cita diez
emplazamientos peninsulares —más uno insular— que trazan una diagonal sobre el
mapa. Once lugares en dos semanas, ochenta y seis haikus. A una media de seis
haikus al día y 1,3 días por lugar. El espacio y el tiempo no son ahora los del
paseo y la mirada fotográfica, sino del recorrido. Propios de una road movie: «En la señal / de prohibido
dos / gorriones breves».
Los haikus de Completamente
siendo no se remansan en la contemplación; al contrario, parecen escritos
bajo una suerte de efecto Doppler literario, que no afecta al observador, sino
a lo observado cuando quien observa se mueve a cierta velocidad: la fuente
modifica su significado inerte cuando quien mira lo capta desde la dinámica de
su propio movimiento. Por ejemplo, en el haiku: «En el arcén / danzan los
papelitos / del desamor», es el movimiento del observador el que modifica la
condición de los «papelitos» (danzan)
y les otorga un sentido que al mismo tiempo transforma su condición estable de
desperdicio trivial
y nutre su interpretación: desamor.
En otro haiku, con la velocidad, lo observado ni siquiera acaba de aparecer
completo en la palabra que lo designa, y fruto de esa distorsión brota la
sorpresa del significado: «¿Espantaqué? / los pájaros se comen / las
certidumbres.»
[Clarín nº 148. Julio-Agosto, 2020]
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