De mi adolescencia recuerdo el
día del verano en el que llegaba con mi familia al pueblo donde íbamos a pasar
las vacaciones. La primera pregunta que me lanzaban mis amigos del lugar en
cuanto me veían aparecer era: ¿Hasta cuándo te quedas? En aquella época reconozco que el interés por
los límites de mi estancia me molestaba, para mí equivalía a un ¿Cuándo te vas?
Con
el paso del tiempo he acabado entendiendo la pregunta de otra manera. Yo pretendía
pasar mi verano como un presente puro, es decir, desvinculado del paso del
tiempo, pero mis amigos del pueblo preferían colocar ese presente en la
perspectiva de su finitud, como la vida misma. Lo que, desde luego, resulta una
manera más inteligente de comprender lo que ocurre.
No mucho
más tarde, cuando como escritor empecé a presentar los libros que escribía, me
di de bruces otra pregunta aún más molesta: ¿Estás escribiendo un libro nuevo? O incluso más enigmática: ¿Estás preparando
otra nueva publicación? Mi libro recién editado, con lo que cuesta escribir y
aún más publicar un libro, y yo inquirido por mi libro siguiente. No sé si aquí
el interés de mis lectores por ser futuros y no presentes, resulta tan
interesante para mí, que deseo que se aprecie mi libro nuevo, mientras el
público parece condicionarlo solo al hecho de su continuidad.
A la
pregunta que aún no me he enfrentado, referida a mí, felizmente, aunque haya ocasiones
en la que he tenido que responderla es la que nos conduce al acto de hoy: ¿existen
inéditos de Rafael Pérez Estrada?
La reacción
ante la pregunta es la misma: existe un volumen de obra reunida de Poesía, solo la escrita desde 1985, que
tiene 1075 páginas y otro volumen de Prosa,
solo la escrita desde 1997, que tiene 635 páginas. Y el año que viene aparecerá
el volumen de Teatro (que incorpora,
lo anuncio ya, cuatro piezas inéditas), que rondará otras 500 páginas, y
quedará aún por reunir toda la obra, en verso y en prosa, anterior a 1985, que
con facilidad puede superar otras 1000 páginas. Es decir, la obra publicada de
Rafael rondará las 3.500 páginas. Pero no me voy por las ramas: ¿existen
inéditos de Rafael Pérez Estrada?
Hay dos
respuestas correctas para esta cuestión. Una, RPE no dejó prácticamente nada
inédito. Dos, RPE dejó cientos de páginas escritas que nunca se han publicado.
Y lo
paradójico del caso es que ambas son verdad. Una, RPE no dejó sin publicar casi
nada que quisiera ver publicado. Dos, tras más de 30 años de intensa actividad
como escritor, se han quedado inéditas muchas páginas que el autor no quiso, o
no tuvo ningún interés, en publicar, o tal vez se olvidara de ellas, o prefiriera
publicar otra obra más reciente en su lugar. (Esta situación explica, por
ejemplo, una de las piezas teatrales inéditas. Aparece en el manuscrito
original, pero no en el libro editado, y en su lugar publica otra obra que no
estaba en el manuscrito, es decir, sustituye, con el libro ya en imprenta, una
obra que tenía previsto publicar por otra de escritura reciente).
Entre lo
que quedó sin publicar, por voluntad, elección u olvido, se encontraban tres
carpetas, ordenadas por su cronología, llenas de poemas, que sin motivo
concreto permanecieron inéditos en vida del poeta y aparecieron con carácter
póstumo en el volumen Bajo el cielo
indeciso (2004).
La poesía
perezestradiana, se puede afirmar, que está publicada en su totalidad. Pero sigue
inédito un volumen importante de prosa narrativa, escrita con anterioridad a
1985, fecha en la que RPE decide reorientar, o mejor, refundar su propia obra
literaria, y voluntariamente relega todo lo escrito con anterioridad a esta auténtica
revolución literaria.
Entre la
obra que queda inédita, a parte de las cuatro piezas teatrales mencionadas,
destacan:
En primer
término, dos libros de relatos (cada uno con unos doscientos folios
mecanografiados, en volúmenes completos y corregidos por el autor. Sus títulos
son: Desde
el sumidero (1982) y Libro de las
trasposiciones, también llamado del mal amor (sin datar).
Después,
se conserva una Novela extensa (unos doscientos folios, que presenta una parte
manuscrita y pendiente de corrección). Se titula: Los domingos perdidos (1977).
Y
concluye este repertorio de la obra desconocida de RPE con tres Novelas breves,
que forman con toda seguridad una trilogía, completa y corregida por el autor, en
la que estaba trabajando justo en las vísperas del giro copernicano que supuso
para su escritura el Libro de Horas
en 1985. Sus títulos son: Sebastián
(1985), Hipólito (1986) y Aloísio (sin datar, aunque posiblemente
posterior a las otras dos).
Y
ahora ya es el momento de preguntarse, y con razón, qué papel interpreta el
volumen de poemas que presentamos hoy, La
memoria me está dando una tarde imposible, en este contexto de obra inédita
de RPE. Bien, las dos respuestas contradictorias que se habían ofrecido a la
cuestión de los inéditos son también pertinentes ahora: la de que no dejó nada
sin publicar y la de que existe obra inédita.
Una
vez escrito este libro, tal como se lee en la hermosísima edición que ha
preparado La Vie en Rosa, RPE decidió publicar dos de sus partes por separado,
en el volumen de homenaje El levitador y
su vértigo (1999), es decir, exactamente, un 75 % de los poemas, dejando
inédito un 25%, que fue la parte central de un volumen póstumo, Testamento, en 2006.
Pero aun habiéndose
publicado una gran parte de este libro en vida del poeta, y la parte restante con
carácter póstumo, también se puede decir que es un libro inédito. Porque no es
un libro más, sino el último libro escrito, estructurado y titulado por RPE en
su vida creativa. De modo que inéditos son la forma de concebirlo, la
estructura y también cinco poemas de este conjunto que se publican por primera
vez en el presente volumen.
Y ya que
he empezado esta presentación haciéndome preguntas indiscretas, vayamos con
otra: ¿qué aporta este libro al conjunto de la obra perezestradiana? No sé si
me corresponde a mí, aquí y ahora, una cuestión tan relevante, pero sí me
gustaría esbozar alguna idea.
A la hora
de hablar de la obra de Rafael Pérez Estrada parece obligado utilizar términos
como imaginación, ingenio, creatividad, fabulación, visión, alegoría, inventiva,
todos ellos elegidos entre los antónimos de realismo y cotidianidad, y todos
ellos pertinentes también en la lectura de la Memoria me está dando una tarde imposible, salvo, sin ninguna duda,
en el título del libro, que no es para nada perezestradiano. Tampoco lo es
algún título de poema, como «Diario» o «Círculo de Bellas Artes». En algún otro
poema hay otras referencias concretas a Madrid, desliza con frecuencia
observaciones que parecen extraídas de la fenomenología de lo cotidiano, como
esta: «En la calle, la urgencia del ir y venir de los coches se reducía a un
rumor: Tan distinto al de las olas…». Para este libro, el poeta regresa a su universo cristalino de imaginación pura, pero los antónimos de su
escritura se fueron colando por las fisuras de los poemas, y el libro fue
ganando en impurezas conforme se escribía, y poco a poco lo fue convirtiendo en
un diario, pero no en un diario del poeta ni mucho menos del ciudadano Rafael
Pérez Estrada, sino en un diario de su imaginación, es decir, su imaginación
contemplada tal como querían ver mi veraneo mis amigos de adolescente, en la
perspectiva de la finitud.
NOTA EDITORIAL
Rafael Pérez Estrada concluyó la escritura de La memoria me está dando una tarde imposible en el mes de julio de 1997. Este fue el último libro de poemas, como volumen independiente, que escribió. El manuscrito, de 61 folios encuadernados en pasta negra, fue enviado a un editor que, por razones diversas, prefirió publicar una antología del poeta. En la carta que acompañaba el envío, el autor realiza una breve reflexión:
He leído un libro muy hermoso, un libro que no me resisto a recomendar a los amigos: Días, 1925-1968, de Yorgos Seferis. Es un diario en el que el Yo —fuera de lo que es costumbre entre algunos poetas— parece olvidarse de sus evasivas y veleidades para darnos una profunda meditación sobre el proceso creativo. Me ha interesado de tal modo que, aun siendo su lectura posterior al proceso de elaboración del libro que acompaña estas líneas, he querido abrirlo con una cita de Seferis.
Como el tono de dietario no es ajeno al libro, se podría calificar
de coincidencia en un propósito similar su escritura y la lectura de Seferis,
la elaboración de un diario no de la vida cotidiana, sino de la vida imaginativa.
En la misma carta el autor plantea alguna duda sobre el título:
He llamado a mi
última obra La memoria me está dando una
tarde imposible (lo de «tarde imposible» me gusta especialmente), título de
una de sus partes, pero podría cambiarse por Del parque y sus especies. Eso queda a tu conveniencia para el caso
de que te viniera bien publicarlo.
De este inédito he separado «La memoria me está dando una tarde imposible» y «Llamadas de medianoche» para añadirlo a «El levitador y su vértigo».
El levitador y su vértigo (1999) fue un volumen de homenaje
compuesto por veintiséis textos y artículos sobre Rafael Pérez Estrada y su
obra, una amplia entrevista, una colección de dibujos y dos conjuntos de
poemas, el que llevaba el mismo título del volumen, que contenía las dos
secciones separadas del presente libro, y otro a modo de poética.
En las mismas fechas
decidió integrar tres poemas de «Llamadas de medianoche» en el volumen de relatos
El muchacho amarillo, que se publicó
en el 2000 en una colección dirigida por Ana María Moix. Esta transferencia
textual subraya la superación de las diferencias de género entre narrativa y
poesía en la escritura perezestradiana. Los textos transferidos son «La
importancia de ser un muchacho emprendedor» —que además abrirá el libro de
relatos—, «El aullido» y «El jacarandá».
Con carácter
póstumo, la edición no venal de Testamento,
en impresión artesana del Centro Cultural Generación del 27, publica en 2006
íntegra la sección «Del parque y sus especies» —menos el último texto, que se
había convertido en un poema con título en la sección «El levitador y su
vértigo»— y siete poemas procedentes de «Llamada de medianoche» que no se
habían incluido en la publicación de 1999.
De este
desmembramiento de La memoria me está
dando una tarde imposible han permanecido inéditos la estructura primigenia
del libro y cinco textos que en su momento fueron descartados por el autor y
tampoco fueron rescatados en la edición póstuma. Los inéditos son los textos
«2» y «10» de la primera sección y tres poemas de «Llamadas de medianoche»: «La
filántropo», «Geografía de un sueño» y «La huella del crimen». Ambas novedades
justifican la recuperación de este título perdido en la bibliografía de Rafael
Pérez Estrada.
La carta, arriba citada, dirigida en julio de 1997 al editor que se había interesado por La memoria me está dando una tarde imposible se abre con este encabezamiento: «Adicto al ordenador, aquí me tienes convertido en un pendolista de sus tipos de letras». Y se cierra con un Post Scriptum que merece figurar entre sus poemas:
De muchacho, conocí
en el Colegio de Procuradores al último pendolista. Un anciano amable y muy
barroco que me regaló mi nombre y apellidos caligrafiados a la inglesa. Aquella
escritura era como un milagro de repostería. Supongo que se la habrán comido
las moscas.
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