viernes, 10 de marzo de 2023

Lucidez de lo abierto | «Fuera del día», de Rosa Lentini



 


En una nota al final del libro, Rosa Lentini (1957) informa de que Fuera del día (Bartleby, Madrid, 2022) concluye la trilogía poética que había abierto Tuvimos en 2013 y había continuado Hermosa nada (2019), es decir, una década de escritura a cuyo conjunto la autora ofrece ahora un título: «Hablando de objetos rotos». Enunciado que acierta a enmarcar el sentido global, que habla en lugar de callar —un verso de este libro aún recuerda que «al final, la pregunta hamletiana fue / ¿contarlo o no contarlo?»— de lo que quedó —en la memoria— truncado, es decir, como recuerda otro verso, los «secretos de familia».

         El movimiento dominante en la trilogía, en coherencia con su propósito, fue el de focalización sobre personas y acontecimientos del pasado familiar. Un ejercicio que consistía en cercar los significados y cerrar sobre ellos la escritura. Para ser exactos habría que señalar que en este gesto de concreción casi arqueológica la poeta siempre mantuvo dos puntos de fuga, uno hacia el presente desde el que escribía, y otro hacia el valor humano genérico de cuando describía. Pero el movimiento poético era claramente de cierre del plano del poema en el entorno donde se infringieron las heridas iniciales (incluso antes de su propio nacimiento). Algunos poemas de este libro mantienen esta misma perspectiva. La trilogía ha dotado a Rosa Lentini de una maestría indiscutible en el retrato de personajes y de situaciones. Ejemplar en este aspecto es «Cartografía de una madre», estremecedora estampa de una mujer «sumida en el sueño de belleza / para un marido siempre ausente». Y también «Sueño del dios caído», que arranca con la «decisión / de ocuparse solo del hijo» y siguiendo el estribillo de «más para él, todo para él» esboza un relato inmisericorde de la vida entera del «hijo» mimado, edad a edad.

         Ambos poemas citados son el núcleo significativo de las dos primeras secciones del libro, dedicadas a la «madre» y al «hijo», y son también los textos que establecen el anclaje de este libro en la trilogía a la que pertenece: el no seguir callando las heridas. Sin embargo, lo que caracteriza la mayor parte de los textos, y el tono general, no es esta focalización de la memoria, sino el movimiento opuesto. Fuera del día está escrito, de principio a fin, como una apertura significativa. De hecho, como la máxima apertura temática de la poesía en su propósito de hablar los tiempos quebrados.

         Este movimiento es, en primer término, un cambio de óptica. La focalización permitía una dicción sobre el pasado con una espléndida concreción, que se mantiene en los poemas que continúan esa escritura en el libro; como mero ejemplo basta recordar la admirable precisión con la que Rosa Lentini dibuja un instante de la vida de su madre: «hay una leve inquietud cuando el diminuto fórceps / moldea sus pestañas, / sorpresa cuando las postizas emergen / de una cajita ovalada de plástico azul, / —y ese rictus en la boca al colocárselas—». El gesto poético de abrir el campo sobre el que se escribe tiene como primer efecto transformar este tono dominante en una dicción de  mayor abstracción, que siempre ha estado presente en la obra de la autora, pero que ahora cobra protagonismo de la mano de una decisión temática que remonta no solo la vida familiar, sino la propia vida biológica: «Piedra del deseo, / espejo del antes de mi gestación, / te pido un cambio / en la cartografía de despojos / un código más seguro, / cada uno de ellos / hermoso y seguro, / cada uno / a salvo del otro». Y el campo no se conforma con este ensanchamiento histórico, sino que se remonta a estadios naturales perdidos en el tiempo: «Hace mil primaveras éramos esponjas, / cientos de tallos eclosionando al unísono, / el calor rojo de la cera caliente». Una abstracción que no la provoca el lenguaje, sino que es el reflejo en la escritura de la máxima apertura en la descripción. La poeta no oculta su propósito de descubrir ahora el sentido de lo vivido no solo en los vestigios de la memoria concreta, sino también en las tramas simbólicas de la memoria fantástica: «tus imaginarios / pero terrestres animales mágicos / como la única certeza en ese ideograma / la vida».

         Los cuatro versos citados en el párrafo anterior cierran un libro dentro de Fuera del día, integrado en él, que carece de título, solo lo identifica la numeración de los poemas, pero se erige en su epicentro. Se trata de diez poemas sobre la amenaza de la enfermedad en los que se ejemplifica de manera casi didáctica el proceso de ensanchamiento de la visión poética desde el plano de la realidad, una cirugía, pasando por las fábulas de la cebra herida por el león o la de los lobos, remontando por la historia natural («Dos especies de planta y pájaro / evolucionando al unísono / para ayudarse a sobrevivir») o por la imaginación cultural («Silenciosas amazonas galopan en la costa») hasta alcanzar a descifrar el propio dictado de lo incomprensible y sus «distintos presagios para el futuro», es decir, «la única certeza» que existe en el legado de esa escritura ininteligible que es la vida.


[Letras 21 | nuevatribuna.es | 10 de marzo de 2023 | Enlace]

No hay comentarios:

Publicar un comentario