Cuaderno de crítica literaria | José Ángel Cilleruelo

miércoles, 19 de abril de 2017

Poesía: el género de todos los géneros, según Rafael Pérez Estrada


La inauguración esta mañana [7 de mayo de 2012] en la Sala del Archivo Municipal de la exposición «El corazón manda» supone un importante avance en la comprensión de la figura de Rafael Pérez Estrada tal como él quiso ser, un artista que capaz de integrar en su obra todas sus inquietudes creativas. Me gustaría decirlo muy rápido, pero sin restarle la menor contundencia. La literatura española le debe a Rafael Pérez Estrada el primer intento serio y sistemático por ensanchar los límites conceptuales de la poesía que ocurre desde el siglo XV. No digo siglo XV por decir. Si ustedes evocan ahora la poesía del siglo XV, inmediatamente recordarán la figura de Jorge Manrique. Alguno es posible incluso que se acuerde también de otro poeta capital, no siempre reconocido como merece, el cordobés Juan de Mena. Ambos superaron en el siglo XV el anquilosamiento de la poesía de cancionero mediante un ensanchamiento conceptual de los límites de la poesía. Jorge Manrique incorporó la filosofía, la historia reciente (posiblemente sea el precursor de lo que hoy llamamos sociología, aunque ningún sociólogo se lo reconozca) y la biografía como materia poética. 
    Juan de Mena aún fue más allá, quiso integrar en la poesía todos los conocimientos humanos del momento. Esta línea de ensanchamiento conceptual quedó truncada en el primer tercio del siglo XVI cuando Garcilaso de la Vega impuso para la poesía no solo el tema único —el amor ideal—, sino algo más profundo: la necesidad previa de convertir en poético —idealizado, estilizado— cualquier motivo que la poesía se plantee absorber. Desde Garcilaso, todas las corrientes poéticas han aplicado esta reducción conceptual de los límites de la poesía. 
    Rafael Pérez Estrada ha sido el primer poeta español en realizar un intento sistemático de inversión de esta línea renacentista de la poesía, para devolverle la capacidad omnímoda que tuvo en el siglo XV. Y lo llevó a cabo creando, a partir de la poesía, un Supragénero o un Hipergénero, es decir, un género literario capaz de disolver, integrar y absorber, en primer término, todos los géneros de la escritura, desde el mito y la leyenda hasta el ensayo y la erudición, desde la filosofía hasta la poesía de otras épocas y civilizaciones, desde la narrativa hasta el teatro. 
    Rafael Pérez Estrada fue capaz de crear un Supragénero que incluye entre sus señas de identidad genéricas todas las señas de identidad que caracterizan y distinguen a los diferentes géneros literarios. En segundo término, soñó con integrar en un mismo paradigma literario obra plástica y escritura. Esta simbiosis, elemento central en su concepción del arte, se ejerce en todas direcciones: poemas que provocan una representación gráfica en la mente del lector, dibujos que se leen como una diáfana caligrafía, y un mundo afín de trazos y palabras que emergían juntas y juntas se reivindica. Y en tercer lugar, la vida. Algún poeta contemporáneo ha señalado su deseo de ser poema, estoy convencido de que Rafael Pérez Estrada integró todas las horas y los días de su vida entre las páginas de su Obra. Quienes tuvimos la inmensa fortuna de conocerle hemos quedado para siempre impresionados por su amistad con idéntica impronta a la que deja la lectura de un excelso clásico. 
   Para neutralizar y homogeneizar lo diferente, lo radicalmente disímil —escrituras, arte y vida— dentro del nuevo paradigma supragenérico por él ideado potenció un componente de la poesía que no siempre ha tenido protagonismo que merece, la imaginación. Rafael Pérez Estrada encontró en la imaginación pura —y en la pura imaginación— el elemento capaz de neutralizar todas las formas de escritura literaria conocidas, de arte y de vida, e integrarlo todo en un único género literario que, como tal vez soñó Juan de Mena en el siglo XV, se convirtiera en el Género, con mayúscula, en la manera que implica todas las maneras, en la forma que contiene todas las formas, es decir, en la devolución a la poesía de su capacidad para albergar todos los contenidos, conocimientos, sueños, sensaciones y vivencias, sin ninguna excepción. La imaginación fue, para Rafael Pérez Estrada, el gran aliado y aliciente, el motor secreto y oculto aliento de la literatura. El único elemento capaz de invertir la tradición reduccionista de la poesía y devolverle su capacidad de extenderse y multiplicarse conceptualmente manteniendo siempre su identidad de poesía. Rafael Pérez Estrada quiso escribir la nueva Enciclopedia que albergara todos los sueños del ser humano. Esta es la herencia magistral de Rafael Pérez Estrada y esta mañana hemos tenido constancia de ella, una vez más. 

[Inédito]

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