Cuaderno de crítica literaria | José Ángel Cilleruelo

miércoles, 26 de enero de 2022

AL PASO DE LOS VERSOS. Un poema de José Manuel Benítez Ariza



José Manuel Benítez Ariza nació en Cádiz. En 1963. A los veinticinco años publicó un primer libro de versos, Expreso y otros poemas, y poco después un segundo título que le otorgó notoriedad dentro de su generación, entonces incipiente, Las amigas (1991). Desde entonces han ido apareciendo nuevos títulos que muestran una trayectoria creativa creciente, en la que los tres últimos, Panorama y perfil (2014), Arabesco (2018) y Realidad (2020), una suerte de trilogía sobre la conversión del caos circundante en reflexión, consolidan una mirada sobre lo real que describe, ironiza y, sobre todo, medita con serenidad sobre la efervescente condición humana.

La poesía ha sido también el centro de gravedad de su obra como escritor. Autor de cinco novelas, las tres últimas forman un conjunto unitario, Trilogía de la transición (2018), que es un manifiesto biográfico y el retrato de una época —final de los 70, inicios de los 80— de extraordinaria intensidad social y literaria: «Una excelente crónica generacional escrita por alguien que estuvo allí», ha afirmado la crítica. También ha escrito cuatro volúmenes de relatos, diversos ensayos —entre los que destaca Un sueño dentro de otro, sobre la poesía de Edgar Allan Poe (2014)—, crítica de cine y diversos volúmenes con sus diarios y prosa memorialista, que se alternan con la edición en la red dentro del blog Columna de humo.

El galardón en el 2º Premio de Poesía Lorenzo Gomis le ha correspondido al texto presentado con el título «La primera», cuya plica desveló la autoría de José Manuel Benítez Ariza. Se trata de un poema breve. Escrito en verso blanco y sin esquema fijo, alterna los metros propios de la escritura poética, con un leve dominio del endecasílabo (seis), combinado con eneasílabos (cuatro), heptasílabos (cuatro) y alejandrinos (tres). Diecisiete versos con una métrica que afianza el ritmo poético, pero también favorece un modo de fluir sin uniformidades, propio de la silva blanca, que se adecúa bien a la descripción reflexiva.

Llama la atención la inusual palabra inicial, la adversativa «pero», que señala una oposición con una frase que no aparece escrita en el poema, es decir, una elipsis que resulta determinante para presentar la descripción que sigue como un acontecimiento ajeno a cuanto ocurría hasta ese momento. El verso 14 proporcionará una leve pista de este fuera de campo inicial, un «Nosotros» cuyo coche ha sido «detenido» por un hecho imprevisto: la irrupción en la calzada de un rebaño de ovejas que abandona el redil.

El poema, al completo, es la narración de un instante. A partir de una localización geográfica, un paraje de las sierra gaditana, los versos detienen el tiempo de un implícito viaje en coche para describir los mínimos movimientos que se perciben (una angarilla que se abre, una oveja que cabecea, el polvo que se levanta) y las sensaciones sensoriales que despiertan (un «olor cordial», el sonido de los cencerros en «el silencio denso»). Se eluden en el detalle otros aspectos del contexto, no hay pastor ni paisaje, lo que condensa el valor metafórico del «paso del rebaño».

Esto es lo que el poema dice, pero ¿qué significa? El clímax se podría situar en la última palabra del penúltimo verso: «entresoñamos». El siguiente es la salida «del trance» con la irrupción del elemento que rompe la burbuja sensorial que la imagen había creado, «los ladridos». Este abandono de la realidad durante un instante, a través de otra realidad inesperada que la convierte en sueño, se presenta como el significado principal del poema. Y ¿cómo se puede interpretar? Sin duda, como una epifanía. Cada lector le puede dar el valor personal que desee, una vez la anécdota ha sido transformada con el poema en categoría. Hay en el devenir ocasiones que de repente descubren, con «trance», aspectos reveladores de la profundidad real del modo de acontecer la vida, ante los que rutinas y prisas ciegan.

No es un poema que hable de cómo se escriben versos, pero todo buen poema contemporáneo admite una interpretación sobre la esencia de la poesía. El rebaño que sale de redil y de repente detiene el acelerado curso del tiempo sobre la carretera es también símbolo del propio poema, cuyo entresoñar, en lo inesperado de la lectura, despierta en el lector melodías, sensaciones y designios que parecían olvidados.


[EL CIERVO nº 791. Enero-febrero, 2022]

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