Tres
poemas del libro parten del mismo planteamiento calderoniano: «Nacer fue un
paso en falso». Y a partir de ese momento «en el que se torcieron las cosas /
Es la intemperie». Este podría ser el enunciado del tema que atraviesa de
principio a fin el libro, el escrutinio de la intemperie de la vida. Pero no en forma de crónica ni de denuncia,
aunque por el tono lo parezca, sino de esencial incomprensión. Resulta más
fácil encontrar los precedentes de esta escritura en la filosofía que en la
poesía. O quizá mejor, en la antifilosofía, por ejemplo, en el desparpajo
volteriano, en la angustiosa sequedad pascaliana o en la descarnada mordacidad
de Nietzsche. Todas ellas características dominantes en la expresión de
Francisco Alba.
Los
escasos poemas breves que hay en el libro son pequeñas bombas de contenido, por
poner un ejemplo, el titulado «Barrio de Pumarín, años ochenta», concentra de
modo prodigioso en seis versos breves la tragedia de una década y muchas vidas:
«Yo me chuto / Tú te chutas / Él se chuta / Nosotros la palmamos / Vosotros lloráis
/ Ellos se forran». La mayor parte de los poemas, sin embargo, son extensos y
su concepción predominante también evoca
una organización filosófica. Cada uno está concebido como un pequeño ensayo
sobre un asunto determinado, e implica un desarrollo amplio, sea en el espacio
o en el tiempo. Estos ensayos poético-filosóficos tratan aspectos de la vida
contemporánea, desde lo más concreto a lo más etéreo, como puede ser el diálogo
entre naturaleza y construcción en un aeropuerto, la relaciones entre compañeros
de trabajo, Asturias, China, el amor, la libertad, el universo o la conducción
en autopistas. El marco temático en el que se desenvuelve el libro es uno de
los aspectos que más sorprende por su extensión y heterogeneidad, se diría que
nada existe que, contemplado por el discurso del poeta, no sorprenda por lo incomprensible de su intemperie.
Una parte
de los poemas extensos mantiene un curso discursivo bien entrelazado, pero otra
parte está escrita con la técnica de la yuxtaposición o del collage, que bien
puede ser de fragmentos —como uno de los mejores poemas del libro, «Pravda
querida», un lúcido desvirtuar los tópicos de la vida idílica en Asturias—, o
bien en frases casi aforísticas —como «Virus atenuado», una escalofriante
composición sobre las ideas que están detrás de la idea de Europa—. Mediante la
técnica del collage, desarrollada en especial a partir de su libro anterior, Masa crítica (2013), el autor potencia
la fuerza gnómica de un pensamiento poético que aflora en el giro inesperado,
la expresión mordaz, la dicción hiperbólica y, sobre todo, en la simbiosis
tanto de registros lingüísticos como de épocas, de sucesos y de personajes:
«Mira, preciosa: las dinastías se diputaban Europa. Si no se arreglaban en los
despachos lo decidían en los campos de batalla. // Con el año 1789 desapareció
para siempre la joie de vivre».
Desde la
publicación de El contrario (2008) la
escritura de Francisco Alba se caracteriza por realizar una revisión irónica,
incluso sarcástica, del culturalismo, recurso básico de su manera de
significar. Incluye este recurso no solo los nombres propios, sino también la
apropiación de versos clásicos con fines expresivos contemporáneos. El título
del libro es un ejemplo, pero hay otros de un estimable acierto, así un verso
célebre de Garcilaso de la Vega sirve para tomar conciencia del uso de los
medios naturales en el presente: «corrientes aguas, puras, cristalinas / para
refrigerar el núcleo del redactor». Otro
estimable procedimiento del culturalismo sarcástico de Alba es la recreación de
contenidos artísticos. El poema «Museo» es ejemplar. A partir del nombre del
artista, el poeta relaciona su universo plástico con el retrato del presente.
De Alberto Giacometti, por ejemplo, evoca: «…Tú que hablas / la lengua de los medios
y la publicidad / y si adelgazas más desapareces». Y, por último, recurre a la
mención culta para la creación de significados paradójicos. Como es un recurso
que utiliza desde sus primeros libros, es posible evaluar el índice de acidez
de su visión. Si en 2013 escribía: «¿Recitarás a Wordsworth / en tu excursión
al centro comercial?», en 2022 se lee: «Como citar a Wordsworth en la cola del
paro».
Del
conjunto de ensayos poéticos se extrae una mirada de acendrado pesimismo,
aunque no nihilista. Un solo verso, entre los cientos que tiene el libro, en el
último poema, salva el conjunto: «venimos a este mundo a fracasar / […] /
Competidores y consumidores / no
ciudadanos de un común proyecto». Este verso —pese a su concepción
negativa, el único positivo— señala el camino de la comprensión, un bálsamo
para la intemperie, el que no existe.
[Letras 21 | nuevatribuna.es | 16 de junio de 2022 | Enlace]
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