Inês Lourenço, Coisas
que nunca, &etc, Lisboa, 2010
En la tercera y última sección de Coisas que nunca reúne Inês Lourenço (1942)
«Alguns Epitáfios», entre los cuales uno, «Para uma mulher (da vida)», bien
puede leerse como poética:
Só
a imagem de uma flor, que um velho
cliente
me trazia, ficou
na
lembrança. De nenhum rosto
guardei
memória.
(Sólo
la imagen de una flor, que un antiguo
cliente
me traía, quedó
en el
recuerdo. De ningún rostro
guardé
memoria.)
Poética en un doble sentido;
temático, primero, porque la poesía, igual que la memoria, conserva «sólo»
aspectos mínimos y marginales de la vida, pero con valor e intensidad
simbólicos; y formal, también, porque esta metáfora emana de significantes y
circunstancias concretos, en este caso, la memoria de una «mujer (de la vida)»
que emerge desde el epitafio en la mejor tradición del monólogo dramático.
Existe una poesía
contemporánea que parece escrita para la lectura íntima, que exige —como la
confesión— un deletreo callado, el susurro, acaso el murmullo. Inês Lourenço sitúa
su obra en el polo opuesto de esta opción. Sus versos han sido escritos para su
lectura en voz alta. Su tono se eleva de la página y resuena en la mente del
lector como si alguien se los declamara en su presencia. Pessoa había
denominado textos de intervención a
algunos de sus ensayos, y estos podrían ser caracterizados, por el tono en el
que han sido escritos, como «poemas de intervención».
Esta doble
condición, la voz alta y la intervención, sugiere situar su poética en el curso
de la denominada poesía social, intensamente practicada durante algunas décadas
del siglo XX y relegada en otras, sobre todo las últimas. Resulta interesante
subrayar este parentesco, pero no para incluirla en esta tradición, a la que
obviamente no pertenece, sino para descubrir los rasgos con los que, a partir
de este modelo, la autora lo ha subvertido. Inês Lourenço incorpora elementos
coloquiales y rasgos del habla, pero la suya no es una poesía coloquial ni lo pretende;
juzga y valora la sociedad del presente, pero lo hace desde el sujeto singular,
el yo, nunca desde la pluralidad de
un nosotros, e incluye en ese juicio
del mundo lo personal al mismo nivel, y mezclado con el retrato de la sociedad;
y en fin, le distancia de la concepción de la poesía de carácter político su
renuncia a la convocatoria. Poemas como «Encarnação», que empieza
«Não me interessa conhecer / a encarnação da voz impressa / numa qualquer
página...» (No me interesa conocer / la
encarnación de la voz impresa / en una página cualquiera…) o como «Hora marcada», cuyo
inicio afirma «À hora marcada / não estarei lá» (A la hora señalada / no estaré allí), hacen explícita la actitud
de renuncia a un relieve literario o social que implique un poder de
convocatoria ideológica, o de cualquier otro tipo, de la obra. No es una poesía
escrita para cambiar el mundo, aunque acaso sí lo sea para cambiar a las
personas, pero siempre de una a una.
Aquella voluntad
social, que tuvo la poesía de otras décadas, se ha convertido en la voz de Inês
Lourenço en voluntad oracular. La voz que en alto recita sus poemas en la mente
del lector es la del oráculo que, como «a ciência animal / de lamber as
feridas» (la ciencia animal / de lamer
las heridas) se convierte, tal como señala con intención de poética el texto
inicial del libro, en «a furtiva alegria / a caminho da noite para matar / a
sede na corrente» (la furtiva alegría / camino
de la noche para matar / la sed en la corriente). Cuanto acumula la poesía en sus versos calma
la sed con sus significados, y su corriente,
al igual que el oráculo, muestra un camino en la noche, es decir, una
manera de comprender y de actuar, una moralidad.
Este sentido
moral que los versos expanden no emana de un significado que se presente
pautado y compartible, militante, como ocurría en la poesía social, sino que
surge del relato personal a través del cual la autora lo extrae de sí misma.
Inês Lourenço sigue la vía que en España abrió la obra de Jaime Gil de Biedma
como superación de la atascada poética social de la generación precedente, uno
de cuyos títulos emblemáticos fue precisamente Moralidades. Al igual que Gil de Biedma situó a su personaje
poético como emisor de un sentido moral de la vida que se apartaba de los
dictámenes éticos de la época, Inês Lourenço utiliza su yo para concebir una
manera de comprender y juzgar el presente que se aparte de la forma como es
comprendido y vivido en el presente. Utiliza el mismo recurso que se había
observado en los versos con los que se ejemplificaba, al principio, su poética.
En el epitafio el ejemplo moral nacía del personaje de la prostituta que sólo
valoraba lo más alejado —el hombre que regala una flor— de la obviedad
prevista—hombres que pagan por el amor—; en Coisas
que nunca es el personaje poético creado por Inês Lourenço el que con su
actitud, sus declaraciones lírica o su memoria, muestra un modo diferente,
moral, de comprender y vivir el presente.
El abanico
temático sobre el que la voz oracular de la poeta se pronuncia es extenso y
diferente en cada poema. Se podría afirmar que no existen límites temáticos,
allí donde la mirada de la poeta se posa —ya sea objeto, acción, costumbre o
persona—, el poema entrega una manera de mirar distinta. Como mero ejemplo se puede evocar el poema «Os
livros», un canto devoto a los libros que acaso no resulte baladí en un
presente hipertecnológico que busca sustituirlos por otros soportes sin pensar
en exceso las posibilidades de superar una historia como la que los libros han
atravesado:
Quantos
naufrágios e incêndios
os
destruíram, para depois
ressurgirem
múltiplos,
audazes
amigos tão antigos e
tão
novos.
(Cuántos naufragios e incendios
los
destruyeron, para que después
renacieran
múltiples,
audaces
amigos tan antiguos y
tan
nuevos.)
Complementario a este poema sobre los
libros, la poeta escribe otro, «Interruptores», donde describe algunas acciones
que hoy se prefiere que las realicen aparatos automáticos, como
«A correcção ortográfica / tenta
arrancar-me do ecrã / os neologismos privados» (La corrección ortográfica / intenta arrancarme de la pantalla / los neologismos
privados). Y
más adelante el lector descubre unos versos que, a modo de colofón, cierran una
lúcida meditación sobre nuestro presente, materia noble también para la construcción
de una poética contemporánea:
…
gerações
cada
vez mais apressadas
a
multiplicar coisas sem
importância nenhuma.
(...
generaciones
cada
vez con más prisa
por
multiplicar cosas sin
ninguna
importancia.)
En versos como estos brota el sentido
moral de la poesía de Inês Lourenço, su extraordinaria capacidad oracular para
subvertir las inercias del presente y ofrecer al lector una corriente que, en
la noche, pueda matar la sed, es decir, la insatisfacción profunda cuando la
vida se llena de cosas que nunca se han tenido.
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