ÚLTIMAS MAREAS, de José Antonio
Moreno Jurado
Vaso Roto, Madrid, 2012
Las inercias y un cierto descrédito
de la historia literaria han dejado en el limbo de las clasificaciones a
cuantos poetas no aparecieron en la primera foto generacional. Consciente, tal vez, de ello, José Antonio
Moreno Jurado (1946) se confiesa, con ironía, «Solo / sin torre de cristal /
aunque alejado del humo umbilical de las tertulias / Ni epicúreo / ni cínico /
ni cirenaico». Contemporáneo de los poetas que en los setenta quisieron renovar
la poesía española al grito de «Novísimos», comparte con ellos el gusto por la
cultura y por el lenguaje como generador del poema, pero discrepa de la actitud
de impostura del sujeto con un acendramiento de lo lírico, que prende siempre
en lo biográfico y personal como timón de la obra. Coincide en este aspecto con
otros tantos poetas de la época, también «solos», cuya aventura merece ya una
atención menos corta de miras por parte de la historia literaria.
Últimas mareas supone un retorno a la
poesía de Moreno Jurado tras 15 años sin publicar nuevos títulos. Notable fue
en 2006 la reorganización y edición de su obra completa en dos volúmenes, Por los bosques de otoño (Icaria), que
implícitamente la daba por cerrada. Una nota inicial contextualiza este
regreso: la poesía vuelve para evocar su final. La inminencia de la muerte es
el tema mayor del libro, encarnado en diversas figuras históricas que en sendos
monólogos dramáticos reflexionan sobre el instante último de sus vidas.
Entrelazado con este, se desarrolla también en el libro un tema menor, que se
podría formular así: la convivencia del poeta con la inminencia de la muerte
como tema poético. Esta parte retrata su vida cotidiana en Mazagón durante el
tiempo de escritura, y por ella pasa la conciencia de la vejez, el conflicto
con los recuerdos, los paseos por la playa y los inmigrantes; o lo que llama,
en un estremecedor poema, el «amor genital».
A
cada monólogo dramático, con título, le siguen dos poemas biográficos,
numerados. Se escancian los versos con asteriscos en el primer caso y con
separaciones en el segundo. Y aquí, cada uno de los dos poemas va en una
intensidad de tinta diferente, que hay que tener en cuenta para la correcta
lectura del poema, que salta de página par a otra par, y de impar a impar.
Estas singularidades tipográficas conforman una suerte de métrica
contemporánea, que ofrece lo mismo que ofrecía la métrica clásica, una consistencia
estructural que ha sustituido lo sonoro de la declamación por lo visual de la
lectura en silencio.
Junto
al tema esencial de Últimas mareas,
el libro contiene todos los «ingredientes» habituales en su obra, y que Jesús
Aguado sintetiza así: «Grecia, los amigos, la naturaleza, el amor y la
memoria», junto a «una concepción estética y moral… del mundo muy personal» que
aflora en cada poema y le proporciona hondura
y rotundidad.
El Ciervo nº 740 Enero-Febrero de 2013
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