En
vida César Martín Ortiz publicó tres libros de relatos breves y, desde el punto
de vista estructural, convencionales. Destaca en ellos la perfección de la
prosa, la precisión del dibujo psicológico de los personajes y lo sugerente de los
ambientes. Los tres libros de relatos impresos en el curso de su actividad como
escritor muestran un autor diestro e inteligente, pero añaden poco a la
historia del género que practica. Todo lo contrario ocurre cuando se publica,
con carácter póstumo, Cien centavos
(2015). Aunque posiblemente inconcluso —algo que no afecta en absoluto a su
altura literaria—, quizá sea el libro de relatos más decisivo que se haya publicado
en las últimas décadas. Propósito literario, estructura y tono se alían para
construir un libro mayor, capaz de condensar una sensibilidad singular y una época
a partir de la escritura de cuentos breves, «centavos».
Las
cuatrocientas páginas de Necroesfera, libro
que se inscribe con mayúsculas en el género de la ciencia ficción, aunque no en
el sector aventurero ni fantasioso, sino dentro de la densa tradición que lo ha
utilizado como forma de establecer, desde el futuro, un juicio de las pulsiones
del presente. Hay muchas novelas, con técnicas diversas, en la historia de la
ciencia ficción, pero la importancia de este libro, en el género, es que está
escrito a partir de relatos. Es cierto que los cuentos —y no todos— comparten
algunas referencias comunes. Pero son muy pocas en esta extensa narración
fragmentada, apenas la existencia de un planeta denominado Madre, de donde
procede una nave que es derribada y a causa del ataque queda abandonado en
lugares incógnitos de Tierra uno de sus pilotos. Estos datos son, en los
capítulos donde aparecen, meramente contextuales, pues cada capítulo es, en
realidad un relato, con asunto, desarrollo, personajes y tema propios. Relatos
que en ocasiones se fragmentan, creando relatos dentro del propio relato, en un
juego literario de extraordinario dinamismo.
Cada
uno de los relatos, por su parte, está escindido en dos narraciones que se van cruzando.
Es decir, cada uno de los relatos está construido con dos relatos diferentes
entrelazados. En ocasiones el cambio de letra a cursiva indica el entreverado
de uno y otro. Esta doble narración, con trama y personajes diferentes en cada
uno de los relatos, subraya sus contrastes no solo mediante estos aspectos
obvios, sino especialmente a través del espacio y del tiempo, de modo que el
conjunto va componiendo también una cronología y una geografía básicas de la
Tierra entre el pasado, las décadas no demasiado lejanas del presente donde
empieza el desmoronamiento colectivo y un futuro muy lejano. En lenguaje
cinematográfico se diría que el conjunto incluye relatos-precuela y relatos-secuela
de la destrucción de las comunidades humanas en el siglo XXI.
En
esta complejidad de ideación y estructural reside el valor literario de Necroesfera, y el hecho de que se haya
elaborado a través de capítulos que se pueden identificar antes con relatos que con una única narración
novelística proporciona al libro una dimensión renovadora y un hito en su
género de escritura. El relato sale de este libro convertido también en un
maestro no solo de los asuntos menudos, sino de las grandes extensiones
astrales que necesita la ciencia ficción para dar cauce a sus universos.
Esta
pequeña reflexión sobre el género no agota el comentario ni la comprensión del
libro, obviamente. Necroesfera es un extraordinario
análisis de la historia crítica de los humanos, los sapiens, trazado desde la perspectiva, nada fácil de establecer
conceptualmente, de quien no pertenece a la especie. La visión ácida y
devastadora de los hábitos y costumbres sociales de César Martín Ortiz cobra
vida en personajes perfectamente dibujados y en tramas cuya intriga convierte el
paso de las páginas en un ventilador.
[Inédito]
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