Cuaderno de crítica literaria | José Ángel Cilleruelo

viernes, 5 de enero de 2018

Desde un gesto radical: Jordi Royo



No recuerdo qué me llevó a aparecer con frecuencia por la redacción de Quimera. Allí reinaba Juanjo Fernández. A mí me bastaba con sentarme en un rincón y escucharle. Los ventanales daban a un enorme patio interior que era una suerte de teatro griego para la representación de sus furias literarias y, de vez en cuando, también de sus rutilantes apasionamientos. Un día me contó cómo conoció a Gil de Biedma en un kiosco. Recordaba la conversación que mantuvieron con primor de aedo. Solo le sobrevivió un año. En esa época ya no sabía nada de él. Un día Juanjo me dijo: Escribe una reseña. Imagino que le pregunté de qué libro, tal vez con la intención de que me regalara alguno de los que formaban trinchera sobre las mesas. Jamás me regaló ninguno, ni siquiera cuando ya hacía colaboraciones habituales. Solo me dijo: del que te dé la gana. Y al llegar a casa tenía encima de la mesa Naznava, de Jordi Royo. Cuando apareció el número 29 de Quimera, en marzo de 1983, leí impresa mi primera reseña.
    Con Jordi, a lo largo de los años, hemos coincidido en actos que he olvidado y, en muchas ocasiones, en mitad de la calle. En una época vivimos muy cerca uno del otro y el simple hecho de vernos creaba en cualquier esquina una tertulia. Conversaciones que podían alargarse horas, los dos de pie, tejiendo los hilos de asuntos que dejábamos como un montón de astillas en el suelo. Un día, lo recuerdo bien, sería a principios de los noventa, es decir, unos diez años después de publicar Naznava, llevado por la confianza me atreví a recordarle la mínima efemérides personal que le implicaba. Le dije, con cierto orgullo, que la primera reseña que había escrito en mi vida había sido sobre él. En Quimera. Le cambió el gesto. Me miró muy serio y me dijo: Ah, entonces fuiste tú. Inmediatamente le di un giro al timón de la charla y le hablé de cualquier otra cosa. Y solo cuando nos despedíamos, y a su gesto por lo general risueño había regresado una sonrisa, le pedí disculpas por haberle elegido para aprender a escribir reseñas. La reseña es esta:


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