Cuaderno de crítica literaria | José Ángel Cilleruelo

domingo, 25 de junio de 2023

En negro y blanco | «A través de la noche», de Jairo García Jaramillo




 


La nota de solapa informa que A través de la noche (EDA libros, Málaga, 2023) es el «primer libro de poemas» de Jairo García Jaramillo (1982). Lo publica cuando hace tiempo que ha dejado de ser, al menos oficialmente, un poeta joven y tras haberse dedicado a la historia literaria y a la crítica, y este contexto tal vez explique el denso protagonismo que otorga en su escritura a la tradición poética. Es la sorpresa inicial del libro. No se trata, sin embargo, de una recuperación historicista, en absoluto, sino de una precisa adaptación de elementos heterogéneos perfectamente integrados en el protagonismo de un proyecto contemporáneo, similar al de aquellos artistas en cuyas obras informales o conceptuales integran elementos del pasado descontextualizados. Tanto en las formas, como en los contenidos. El primer poema es un soneto clásico, pero en rima asonante, modalidad que se alterna con el verso blanco en todo el conjunto. Esta alteración del modelo clásico resulta relevante. La rima consonante, propia del arte mayor, ya está muy alejada del oído del presente, pero la rima asonante produce una leve recurrencia sonora, a veces más desdibujada aún con la asonancia entre esdrújulas o en palabras con diptongos (sueños / silencio). Hay soleás de diversas métricas, romancillos en heptasílabos, e incluso una combinación que semeja una lira asonantada pero alterando su estructura convencional. No todas las formas que se recuperan y reformulan son clásicas, el poema «Vacío» es un ejemplo de espléndido caligrama, en el que el sentido del verso cobra forma en la verticalidad de las grafías. O, en general, toda la tipografía está orientada por decisiones contemporáneas, como la de excluir el uso de las mayúsculas. También la tradición nutre con sus temas los poemas del libro, de modo explícito, como en «Soneto de Orfeo» y «Fénix/Día», o en espléndidas evocaciones, como la de Sísifo en «Espiral».

A través de la noche, por seguir con los símiles plásticos, parece escrito sobre el contraste esencial de lo blanco con lo negro, o de lo negro con lo blanco, que interpreta casi siempre el contraste entre noche y día (en la primera y tercera partes) o de día y noche (en la segunda). Y los poemas escenifican esta oposición esencial con diversos antagonismos –unos de raíz clásica, pero otros radicalmente contemporáneos, en una elección de filiaciones también contradictoria--: afuera-dentro, negro-luz, incendio-oscuridad, sombras-lucidez, sueño-vacío, nieve-fuego, eclipse-sol, sol-farolas... Contraposiciones que vertebran el significado de cada texto, y que se ve acentuado por el uso intensivo de la paradoja con un predominante valor existencial: «todavía se agitan con violencia / las alas que pensabas amputadas».

La profunda unidad que exhala el libro, curiosamente no procede de las formas, tan múltiples por haber sido extraídas del vertedero de la historia literaria y después reparadas, sino de esta constante pugna semántica entre dos absolutos contrarios, cuya ausencia previa de matiz, por cierto, se convierte dentro de los poemas en una fuente constante de matices, por ejemplo, en el poema «Tacto», con una estructura 7-5-7 que parece reformular la del haiku, sobre el esquema del contraste introduce una fértil evocación amorosa: «es tan débil la luz / que entre nosotros / ya solo sirve el tacto».

Si en dos ocasiones anteriores el símil artístico ha servido como ilustración de la técnica poética de Jairo García Jaramillo, para la siguiente característica se puede recurrir al ejemplo musical. Del mismo modo que el compositor introduce una voz solista en la evolución del coro, el poeta, una vez establecida la melodía de las oposiciones inserta en cada una de las tres partes del libro, significativamente tituladas «Descenso», «Vacío» y «Silencio», los tres temas fundamentales de su contrastada partitura. Las sombras van a ser el primero. Término con un uso polisémico en los poemas, traduce la noción de un presente con atributos angustiosos que no se consiguen soslayar, ni siquiera a través de la «fuga». Donde encaja perfectamente el tormento de Sísifo, cuyo final aún se vislumbra más aciago: «cuando esas brasas se apaguen / —por fin— / nos quedaremos a oscuras».

En la segunda parte se introduce la voz solista de la relación amorosa. Su título, «Vacío», ya se anunciaba en la última palabra de la primera sección: «todo me pertenece / pero luego amanezco / con las manos vacías». Anticipaciones y recolecciones son frecuentes. Lo amoroso surge sobre la trama temática ya creada: «y por fin nos besamos / con los ojos cerrados / en un baño de sombra». La manera de significar mantiene, con este nuevo asunto, la leve abstracción creada a partir de los contrastes, aunque en ocasiones, de repente, traza situaciones hiperrealistas que contribuyen, también paradójicamente, a multiplicar las sugerencias borrándolas con su causticidad: «a veces —sin quererlo— pienso en ti / que me amaste entretanto / encontrabas a alguien / a quien amar en serio / como se anda un camino / para llegar a otro».

La tercera parte incorpora el tema de la caducidad de la vida y su final a la sinfonía de las sombras y a la razón oscuramente amorosa, emblemas con los que se fusiona: “la muerte será un pinchazo / agudo, el temblor quizás / de una caricia o quién sabe / si el roce solo / de una sombra al pasar / y nada más”. Despersonalización, impotencia y soledad son ahora los signos que auguran el «Final del viaje», un sueño de repente huérfano de un despertar. Jairo García Jaramillo presenta, como primero, un libro denso en pensamiento poético (tanto formal, como léxico y semántico), ambicioso en su expresión simbólica y con una dicción al mismo tiempo clara e intensa, tan delicada como incisiva.


[Letras 21 | nuevatribuna.es | 25 de junio de 2023 | Enlace]

No hay comentarios:

Publicar un comentario