«En una noche obscura» parte, dentro de nuestra tradición poética, quien se
adentra en la fronda del conocimiento del ser divino. «A escuras y segura», con
la incertidumbre y la certeza de quien cumple una voluntad, de quien se inicia
en el camino «por la secreta escala». Tiempo después Novalis desbroza el reino
de la claridad para dar alcance al ser amado: «Dejando [la luz] atrás me dirijo
hacia la sagrada, inefable y misteriosa noche». Ambos itinerarios, acaso el
mismo, son los que, trasfigurada en fuente que refleja el crepúsculo en la
ceguera del estanque, emprende Almudena Urbina en Sol nocturno.
Las referencias a San Juan
de la Cruz —y su vía mística encarnada en lírica amorosa— y a Novalis —y su
amor humano encarnado en experiencia mística— proporcionan, en sí mismas y al
evocarse al unísono, el entreverado semántico con el que la poeta construye su
escritura. Desvelan las diferentes capas de significado, unas sobre otras, que
imprime en sus palabras. Y solo con este juego de sentidos paralelos, donde lo
amoroso se reviste de vía secreta y lo simbólico de congoja o fruición vividas,
el libro descubre su profunda seducción de poesía que dota de imágenes a los
sueños.
Tres son los «Cielos» por
los que transcurre el camino oscuro hacia el fulgor que Almudena Urbina recorre
con palabras en su libro. «Negro», «Alto», «Ardiente». Peldaños en la escala que
eleva desde «la piel del salitre» hasta el «oro / de no saber a quién». También
subida al monte de la «Creación» o, en la numeración petrarquista, ramillete de
metáforas que van de la «nieve» a la «llama».
Los tres grados o
intensidades lumínicas que alumbran —o dejan en sombra— los mundos descritos en
cada uno de los «Cielos» —la selva, el jardín, la profecía— no llegan con el
día. La luz que los ilumina nace de la propia experiencia, mística («Tú») y
amorosa («tu») al mismo tiempo. Así, el sol nocturno inicial es «fuego
sepultado». El renacer cromático prende en el beso de los enamorados. Y la
belleza —«luz en los rostros»— emerge de «tu sangre».
Ascenso a lo etéreo de la
danza, vía de conocimiento o tratado de la luz, este volumen que contiene los
poemas de Sol nocturno escritos por
Almudena Urbina conserva la virtud de concebir la poesía con las dimensiones de
trascendencia, cénit y visión que la convierten en imprescindible.
«Epílogo» a: Almudena Urbina, Sol nocturno, Los Conjurados, 35. Polibea. Madrid, 2013. Págs. 73-74
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