ENTREVISTA A
RAFAEL PÉREZ ESTRADA
P.- Ha afirmado, con C.E. de Ory que el poeta no responde, que el poeta «se
desdobla en infinitas preguntas»: ¿cuáles son las preguntas que un poeta
contemporáneo le haría a la poesía y a la literatura contemporáneas?
R.P.E.: En estos momentos difiero de
la idea de Ory. Pienso que el poeta
anticipa la respuesta a la pregunta, es decir, se anticipa a la necesidad de
preguntar. Incluso puede que al decir
esto me esté equivocando, y que el poeta sea sólo un perplejo en ese territorio
cuyas fronteras son las preguntas y las respuestas. Las respuestas, como las necesidades, son
inesperadas.
P.- ¿Cuál cree que debe ser el papel que desempeñe el poeta en la sociedad
actual?
R.P.E.: Como hombre: asumir el
difícil papel de ser hombre. Ni héroe ni antihéroe, sólo hombre. Como poeta: el
casi imposible cometido de transmitir una emoción de la que sólo puede expresar
su boceto. Transmitimos únicamente destellos, ni siquiera luces y sombras
transmitimos.
P.- Todo poeta –ha dicho- vive en conflicto con la realidad. Su manera de encarar este conflicto es, sin
duda, la imaginación, pero ¿qué aporta
la imaginación a la realidad?
R.P.E.: Le pone alas y también
desconfianza. La imaginación intenta unas veces hacer levitadora la realidad,
otras, dinamitarla.
P.- ¿Qué evoca el último poema que ha escrito?
R.P.E.: Los últimos poemas que he
escrito evocan, o desean transmitir, una experiencia que tiene mucho que ver
con la añoranza, con la dirección irremediable del tiempo que nos consume y con
cierta realidad que pretende en sí misma la trascendencia. Creo que mis últimos poemas duelen.
[Anarda nº 2. Las Palmas, enero de
1999]
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