Toni Montesinos
El dios más poderoso. Vida de Walt Whitman
Ariel, Barcelona, 2019
La celebración del bicentenario de Walt Whitman (1819-1892) tal vez se adelantara entre nosotros un lustro, con la edición completa de Hojas de hierba, en la nueva traducción de Eduardo Moga, en 2014. Apenas algunas partes del gran libro se han reeditado este año y también ha aparecido la edición de bolsillo (sic) como hechos bibliográficos de relieve. Tampoco han proliferado libros interesantes, como ocurrió hace dos años con el bicentenario de Henry David Thoreau (1817-1862), a excepción de uno, la biografía escrita por el poeta Toni Montesinos (1972), El dios más poderoso. Autor que, por cierto, ya le había dedicado un volumen similar a Thoreau, El triunfo de los principios (Ariel, 2017). Un binomio de rebeldes norteamericanos que explica, entre ambos, muchas de las ideas literarias y sociales que aún continúan vigentes.
El punto de vista desde el que parte Toni Montesinos para contar la vida de Whitman es la escritura sucesiva y a veces contradictoria del monumental Hojas de hierba. Un propósito que presenta una doble cara; una estructural, pues las nueve ediciones que tuvo el libro, cada una con poemas añadidos, alteración del orden y secciones nuevas, recorren en el tiempo, entre 1855 y 1892, la vida creativa de su autor. O por decirlo a la manera pessoana, muestra los diversos poetas que Whitman fue entre los treinta y los setenta y tres años peleándose por la escritura del libro. Lo que en cualquier poeta hubiera sido una amplia bibliografía, en Whitman se concentró en la revelación del único libro. Y este volumen único atravesó las diferentes y aún opuestas maneras de ser de su autor. Un recorrido, a veces extremadamente humano, que solo tiene sentido realizar por este camino, el de la escritura.
La otra cara del propósito resulta conceptual. Toni Montesinos parte de un principio que no resulta tan obvio como parece, que el interés biográfico de Whitman —que en sí mismo, ese calidoscópico personaje que fue en vida, daría para varios libros de ficción— está vinculado en todo momento al autor de Hojas de hierba. Es decir, que lo biográfico ha de contribuir a la comprensión de tan extraordinario fenómeno literario, un objetivo que ha de permanecer presente en cada línea. No avanzan por vías diferentes biografía y crítica. La crítica se desentendió en el siglo XX de la biografía, y esta aprovechó para convertirse en un género de ficción. Es el momento de recuperar el sentido en los escritos sobre literatura, que por una parte no han de olvidar que solo resulta significativo lo que posee valor literario, y por otra tampoco pueden obviar que las claves de comprensión no solo están en el texto, sino también, y a veces especialmente, en los contextos.
Desde esta perspectiva, las múltiples vidas de Whitman, que atravesó oficios, lugares, amistades y vicisitudes personales e históricas a veces a una velocidad que impresiona, tuvieron, en su absoluta disparidad, un único argumento. La creación de la epopeya democrática. Un empeño monumental que «necesitaba un héroe para centralizar todo… un protagonista que “fuera infinito” (J.L.Borges)» O, dicho a la manera whitmaniana: «Soy potencialmente todas las personalidades y somos por igual potencialidades infinitas». Este es el enredo biográfico que desanuda con precisión Toni Montesinos en El dios más poderoso: quien supo reflejar a cada ser en la multitud y la multitud que se descubrió en un ser único.
[Clarín nº 143. Septiembre-octubre, 2019]
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